Tengo ganas de llorar pero no hay lágrimas. Cada día que pasa me siento como una sombra que empieza a desaparecer en una oscuridad perturbadora. Aquí todo es nefasto y triste. Me siento solo. Suelo escapar de mi soledad, de mi triste realidad, imaginando cómo sería todo si estuviese al lado del hombre que amo.
Me sorprende la fortaleza y el ingenio que he creado para paliar esta especie de desgraciada existencia. Día a día me consumo en una realidad bastante nefasta, y noche a noche me reinvento para no dejar de existir ni dar todo lo que doy.
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